
Guerra Civil Española ( 1ra Parte)
La Guerra Civil Española (17 de julio de 1936 - 1 de abril de 1939), también llamada, según los bandos enfrentados, "alzamiento nacional" o "rebelión fascista", fue un golpe de estado apoyado por elementos conservadores del país contra el gobierno legalmente constituido de la II República de España, por aquel entonces presidida por Manuel Azaña.
Es considerada por muchos historiadores, la primera guerra librada dentro de la Segunda Guerra Mundial, por un lado sectores progresistas, anarquistas o comunistas y por el otro, conservadores o fascistas.
Es considerada por muchos historiadores, la primera guerra librada dentro de la Segunda Guerra Mundial, por un lado sectores progresistas, anarquistas o comunistas y por el otro, conservadores o fascistas.

El origen inmediato, desencadenante de la Guerra Civil, fue el fracaso inicial del golpe de estado contra el gobierno legal de la República. Sin embargo, sus origenes se empiezan a fraguar casi desde los primeros momentos de la república por aquellos sectores que no asumen el cambio de régimen y ven peligrar, con las reformas sociales proyectadas, sus privilegios ancestrales. Es este el caso de los terratenientes y grandes propietarios por un lado, sectores conservadores del ejército y de la Iglesia Católica por otro.
Así, ya el 1 de mayo de 1931, a solo 15 días de instaurada la república, se producen unas duras declaraciones del cardenal Segura, primado de España, contra el nuevo régimen laico, lo que motiva su expulsión del país.
Un primer intento de golpe de estado se produciría el 10 de agosto de 1932, esta vez a cargo del general Sanjurjo, disconforme con su cese como director de la Guardia Civil.
Todo ello tiene lugar en un contexto de marcada polarización de la política española, con una sociedad dividida entre una derecha que, como se ha dicho, teme perder sus privilegios y una izquierda temerosa del auge del fascismo en Europa.

El espectro político español, de derecha a izquierda, estaba cubierto por grupos extremistas, como Falange, monárquicos (en sus dos ramas: alfonsina y carlista), republicanos de derecha (siendo el más destacado el Partido Radical) liberales, socialistas (divididos —aunque sólo como tendencia dentro del partido— entre prietistas y caballeristas), comunistas obedientes al Komintern o estalinistas (enfrentados a los disidentes trotskistas) y finalmente los anarquistas.
Es así como las diferencias ideológicas y socioeconómicas encontraron a menudo una extrema y vehemente expresión en partidos tales como Falange Española, de orientación fascista y la militante ala izquierda anarquista, llegando a ser cosa común los asesinatos y otros actos de violencia.
Por otra parte tenemos, y este fue uno de los principales motivos que los sublevados adujeron en su momento para justificar la sublevación, el anticlericalismo de algunos sectores republicanos hacia la Iglesia Católica, a la que criticaban su apego a la monarquía, haciéndola asimismo responsable de muchos de los males ancestrales que padecía el país. Es en este contexto en el que se produjeron incidentes como quemas de iglesias, conventos y otros edificios religiosos, ante una cierta pasividad de los responsables del mantenimiento del orden.
Asimismo, y en virtud de los artículos 24 y 26 de la Constitución, se aprobaron medidas para asegurar el laicismo del estado, se suprimió la enseñanza religiosa y se prohibió la Compañía de Jesús, lo que causó hondo malestar en los sectores más conservadores.
En 1934, durante el bienio en que gobernaron los radicales en coalición con la CEDA, se trató por todos los medios de anular las conquistas sociales conseguidas en los años anteriores, especialmente se dio marcha atrás en la Reforma agraria, lo que dio lugar a huelgas generales en Valencia y Zaragoza, luchas en Madrid y Barcelona y un levantamiento minero en Asturias, que fue reprimido enérgicamente por tropas mandadas por el general López Ochoa y legionarios mandados por el teniente coronel Yagüe bajo la dirección desde el ministerio de la Guerra, cuyo ministro era Diego Hidalgo, del general Franco. La participación de dirigentes socialistas y anarquistas en los sucesos de Asturias y Barcelona constituye un hecho que contribuyó también a dar argumentos a los sublevados de 1936.
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