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Conoce el Museo Nacional del Prado


Si andas de vacaciones por Madrid y aun no sabes qué sitios visitar Alexander Racini & Associates Despacho Internacional, te invita a visitar esta bella pieza arquitectónica, El Museo del Prado, reconocido mundialmente no solo por su contenido de obras de arte que atrae la atención de los conocedores del oficio, sino el mismo edificio donde se encuentra es una pieza arquitectónica ejemplar. 



Alexander Racini & Associates
Despacho de Abogados Internacional en España y la Unión Europea


Según la misma fuente nos señala, el Museo Nacional del Prado, desde que fue inaugurado en 1819 y a lo largo de su historia centenaria, ha cumplido con la alta misión de conservar, exponer y enriquecer el conjunto de las colecciones y obras de arte que, estrechamente vinculadas a la historia de España, constituyen una de las más elevadas manifestaciones de expresión artística de reconocido valor universal.

La espectacular arquitectura del Museo 


El edificio que hoy sirve de sede al Museo Nacional del Prado fue diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva en 1785, como Gabinete de Ciencias Naturales, por orden de Carlos III. No obstante, el destino final de esta construcción no estaría claro hasta que su nieto Fernando VII, impulsado por su esposa la reina María Isabel de Braganza.

En 2007 concluyó la ampliación más importante de su historia, llevada a cabo por el arquitecto Rafael Moneo, cuyo plan añadía un edificio de nueva planta articulado en torno al claustro restaurado de los Jerónimos. En paralelo, en 2009 se inauguraba el Casón del Buen Retiro como sede del Centro de Estudios, que integra los departamentos de conservación junto con los servicios de biblioteca, archivo y documentación además de la Escuela del Prado.






Razones para visitar el Museo 


Su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquez, el Greco, Goya (el artista más extensamente representado en el museo),​ Tiziano, Rubens y el Bosco, de los que posee las mejores y más extensas colecciones que existen a nivel mundial,​ a lo que hay que sumar destacados conjuntos de autores tan importantes como Murillo, Ribera, Zurbarán, Rafael, Veronese, Tintoretto, Van Dyck o Poussin, por citar solo algunos de los más relevantes.

Alfonso E. Pérez Sánchez, antiguo director de la institución, afirmaba que «representa a los ojos del mundo lo más significativo de nuestra cultura y lo más brillante y perdurable de nuestra historia».

Por crónicas limitaciones de espacio, el museo exhibía una selección de obras de máxima calidad (unas 900), por lo que era definido como «la mayor concentración de obras maestras por metro cuadrado». Con la ampliación de Rafael Moneo, se previó que la selección expuesta crecería en un 50 %, con unas 450 obras más.

A principios de 2017 el total de obras expuestas ronda las 1300. ​ Además, en 2018 está prevista la reapertura de las salas del ático norte, y cuando se rehabilite el Salón de Reinos se colgarán en él entre 250 y 300 pinturas más.

El inventario de bienes artísticos comprende, a febrero de 2017, más de 35 000 objetos, desglosados en 8045 pinturas, 10 219 dibujos, 6159 estampas y 34 matrices de estampación, 971 esculturas (además de 154 fragmentos), 1189 piezas de artes decorativas, 38 armas y armaduras, 2155 medallas y monedas, 5306 fotografías, 4 libros y 155 mapas.

Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París y los Uffizi de Florencia, el Prado debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos. Refleja los gustos personales de los reyes españoles y su red de alianzas y sus enemistades políticas, por lo que es una colección asimétrica, insuperable en determinados artistas y estilos, y limitada en otros. Sólo desde el siglo XX se procura, con resultados desiguales, solventar las ausencias más notorias.

El Prado no es un museo enciclopédico al estilo del Museo del Louvre, el Hermitage, el Metropolitan, la National Gallery de Londres, o incluso (a una escala mucho más reducida) el vecino Museo Thyssen-Bornemisza, que tienen obras de prácticamente todas las escuelas y épocas. Por el contrario, es una colección intensa y distinguida, formada esencialmente por unos pocos reyes aficionados al arte, donde muchas obras fueron creadas por encargo. El fondo procedente de la Colección Real se ha ido complementando con aportaciones posteriores, que apenas han modificado su perfil inicial, puesto que, a diferencia de lo habitual en las pinacotecas nacionales de otros países, los esfuerzos, más que a completar las faltas, han ido dirigidos a reforzar el núcleo esencial.

Muchos expertos la consideran una colección «de pintores admirados por pintores», enseñanza inagotable para nuevas generaciones de artistas, desde Manet, Renoir y Toulouse-Lautrec, que visitaron el museo en el siglo XIX, hasta Picasso, Matisse, Dalí, Francis Bacon y Antonio Saura, quien decía: «Este museo no es el más extenso, pero sí el más intenso».
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